Ayer por la noche tuve la gran suerte de ver una de las obras maestras del cine de aventuras fantásticas que sin duda se volverá un clásico para las generaciones venideras: La temporada de brujas.
¿Crees que exagero? Yo también. Y mucho.
La temporada de las brujas no es más que otra película de aventuras sin pretensiones en la que se elige una ambientación más o menos cuidada (en este caso no está mal) y se enfrenta a los protagonistas a diversas pruebas sucesivas como si una partida al D&D se tratara.
Poco más se puede sacar en de este tipo de películas.
¿Cumplen su papel? Pues yo diría que si. Entretener entretienen. Pero perdonadme que sea quizás un poco duro con ellas. Como gran amante del género para mi no es suficiente ni mucho menos.
Muy al contrario, soy de la opinión que ya que se tienen todos lo mimbres, bien harían en devanarse un poco más los sesos en vez de perder el tiempo en retos tan ridículos como aburridos como el de pasar un carro por un puente colgante hecho pedazos en un intento desesperado por generar un poco de tensión.
Intento inútil porque todos sabemos que la película no se va a acabar a la mitad.
Es muy probable que la dificultad de crear algo en este género (como en el resto la verdad) sea tremendamente alta. Pero como lector de libros de aventura he de decir que la narrativa está plagada de grandes títulos que sin duda encajarían perfectamente en la gran pantalla.
Parece que me estoy yendo por las ramas y estoy pagando con La Temporada de Brujas unas culpas que quizás no sean de recibo.
Los actores, pues bien, tampoco es que estemos ante grandes alardes interpretativos en plan Shakesperianos pero tienen un pase. Eso no hay que negarlo. Sobre todo he de recalcar el trabajo de Nicholas Cage que si bien en el pasado llegué a cogerle cierta tirria, en esta película no me provoca sentimientos adversos. Tampoco es que me enamore, pero no me hecha para atrás.
La historia. Pues se supone la Peste ha sido propagada como consecuencia del hechizo de una bruja en la época en la Inquisición hacía alardes de los elevados principios cristianos por toda Europa. Eso lo mezclamos con la llegada de dos caballeros cruzados que haciendo gala de su código de honor y su devoción a Dios deciden volver a casa y no seguir cometiendo las atrocidades que estaban teniendo lugar en Tierra Santa. Y esto lo salpimentamos con el grimorio de los grimorios para luchar el mal El libro de Salomón. Y ya está, le ponemos una pizca de sorpresa irrelevantes y ya tenemos la churrería hollywoodense lista y dispuesta a parir otra tandita de fotogramas sin alma.
Últimamente siempre me quedo con esa sensación, como por ejemplo con El Séptimo Hijo. Cojo un poquito de esto, un poquito de aquello, lo mezclo le pongo un lacito y punto. Ya tenemos un nuevo estreno mundial. En fin…
Como digo, es posible que sea duro en exceso, y dudo que haya mucha gente que no llegue al final de la cinta. Pero como a la mayoría de las películas del género, yo no se si será la dirección o más bien la producción en un intento de hacerla llegar a un público mayor, acaban por descafeinar ideas, que llevadas por amantes del género, sin duda darían muchísimo más de si.
En tiempo de Brujas – Opinión: Regular
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¡Fuerza y Honor!