Luca es una película del estudio de animación Pixar. Dirigida por el director italiano Enrico Casarosa y co-escrito con al menos seis personas más. En ella participan los actores: Jacob Tremblay como Luca Paguro, Jack Dylan Grazer como Alberto Escorfano y Emma Berman interpretando a Giulia Marcovaldo. Enrico Casarosa es un director italiano nacido en Génova, la capital de Liguria, en el noroeste de Italia.
Con una carrera relativamente corta como director, tan sólo un cortometraje titulado La luna (2011) precede a su largometraje en Pixar, Luca (2021). El cortometraje contiene muchas de las ideas principales que podremos ver más desarrolladas en Luca posteriormente. Como los personajes italianos, incluso el parecido físico con un personaje en particular, Massimo. También encontramos el elemento del mar y la ensoñación con los astros. Y junto a todo esto, la imaginación vivaz y energética de un niño que le da color e interpretación a lo que vemos en pantalla.
Luca es la historia de Luca Paguro, un joven monstruo marino con una imaginación desbordante y un deseo por aprender y explorar el mundo. Luca vive con su familia en una comunidad agrícola submarina, escondida de las personas. La gran mayoría de los monstruos marinos viven alejados de los humanos, sin embargo, Luca posee un gran interés por ellos y por el mundo en general. Esto se desata cuando este conoce al joven Alberto Escorfano, otro joven monstruo marino quien, a diferencia de Luca, vive una vida mucho más permisiva, teniendo cierto contacto con los humanos y satisfaciendo su curiosidad por los objetos de estos.
Luca comienza a salir a escondidas con Alberto hacia la superficie, gracias a la habilidad de estos monstruos en particular de convertirse en humanos cuando dejan el agua. Así, ambos se vuelven muy buenos amigos y pronto comienzan a hacer planes juntos. Cuando los padres de Luca se enteran de sus escapadas a la superficie, deciden enviarlo a con un familiar que habita en las profundidades. Debido a esto, Luca y Alberto escapan, con un plan no tan descabellado como infantil e inocente: conseguir una Vespa y recorrer el mundo en ella.
Por supuesto y como -casi- siempre hago, restaré el tema “animación” de la ecuación. Pues es obvio que Disney es pulcro en esto y se barre a la mayoría de producciones animadas, por lo que considerar su animación debería estar reservado casi únicamente en pro del descubrimiento y el aprendizaje del cómo es que se realizan dichas proezas (técnicas y artísticas) y no para valorar o sopesar el trabajo con el de otras producciones.
Echo esto, Luca es una burbuja que encierra todo lo infantil conocible, una burbuja que flota suavemente con la ensoñación que es la infancia, hasta un evidente punto de inflexión. Es un antes y un después en la vida de un niño, no el definitivo, como el inicio de la adolescencia, pero sí uno de los primeros, que marcaran el carácter futuro.
Uno de los mejores puntos de Luca es que nada pasa. Exacto. Muchas cosas podrían parecer auténticas desdichas, pero entonces, nada. Porque así es como es -o al menos como debería ser- la infancia. Es frágil como una burbuja, pero sigue siendo eso, una burbuja, que te permite moverte flotando sobre el mundo adulto. Por eso nada debería pasar. A diferencia de Soul, en la que su retrato de la vida (y su discurso populista sobre ella) no puede hacer más que verse atrofiado por la falta de ese componente que hace a la vida ser lo que es: la tragedia o, por lo menos, el desasosiego.
En Luca, la ausencia de ese conflicto, para el que ya habrá tiempo más adelante, es lo que le da su auténtico carácter infantil y la dota de esa tranquilidad casi única de la etapa. Porque, haber introducido cualquier problema ensordecedor o verdaderamente antagónico, no habría hecho más que traer a la mente «el mundo», un mundo adulto, que no es el que se veía cuando niños. Así pues, el trabajo de Casarosa era el de un auténtico mago, que requería de desarrollar su ilusión con tal precisión (la de un cirujano) que cualquier error habría traído al espectador la realidad.
Casarosa hace un particular hincapié en la educación en Luca. Tema que ha pasado en cierto modo inadvertido y que es analizable desde su cortometraje del 2011. En ambas obras, Enrico coloca a la educación y a la tradición como piezas centrales de la historia. En Luca hay casi un homenaje a la curiosidad y el aprendizaje. La tradición y el crecimiento, también forman parte de ella. En cuanto a las malinterpretaciones que surgieron a raíz de la relación entre Luca y Alberto, quizás Luca debería ser una película con una advertencia: “Abandonad toda idea adulta, aquellos que entráis”. A lo Divina Comedia. Así, al menos sabrían a lo que se atienen.