My octopus teacher ganó el Oscar a mejor documental este año. Y a continuación discerniremos el porqué.
Al comenzar My octopus teacher Craig Foster dice lo siguiente: “Muchos dicen que los pulpos son como extraterrestres, pero lo extraño es, que cuando te acercas a ellos, te das cuenta de que somos muy parecidos en muchos sentidos”. Y precisamente -o contrariamente-, el primer contacto que vemos entre Craig y “su pulpo” luce como el descubrimiento de una nueva especie, y se desenvuelve como tal.
Pippa Ehrlich y James Reed tiñen a su documental de una visión científica, basada en datos, un deseo de conocimiento y nula participación durante el “estudio”. Pero esto sólo es lo más superficial del filme, un filme que expresa visualmente las palabras de Craig y es capaz de transmitir la misma impotencia, despecho, pero también cariño, aprendizaje y vínculo del cual Craig fue participe.
Lo primero que salta a la mente, cuando llevas al menos la mitad de la película, es lo poco -o relativamente poco- que conocemos de las criaturas oceánicas y del tipo de comportamientos que son capaces de formar. Aunque no me atrevería a pensar que el tipo de vínculo mostrado en My octopus teacher sea, de alguna manera, reproducible, me inclino a creer, sin embargo, que es precisamente una maravillosa y curiosa excepción, no enteramente irrepetible, pero tampoco fácilmente alcanzable.
Debido a su propia naturaleza, My octopus teacher retrata los sentimientos y aprendizajes de esta impresionante relación y suscita -de manera tanto implícita como explicita- la curiosidad y el respeto, por el océano y la vida silvestre en general.
Continua navegando, aquí, en Ocio3Cero.