Las mejores cintas de acción no son sobre acción o violencia. Esta es una verdad innegable. Aunque, por supuesto, nadie elude lo atractivo y disfrutable de muchas de las cintas con coreografías fluidas y personajes irreales con espacio para líneas que buscan la permeabilidad en el espectador a través de lo épico.
Así es también Nobody, filme de acción del director Ilya Naishuller, que presenta a Hutch Mansell (Bob Odenkirk), el denominado Nobody.
El concepto detrás del personaje de Bob Odenkirk nos queda muy claro desde la introducción del tráiler con esa voz que repite constantemente: “Nobody, nobody…”; y es un concepto que la película rumia hasta el hartazgo.
Con esta idea de no mucho provecho es que la cinta parece dirigirse. Puesto que nada más en el argumento luce lo suficientemente sólido como para conducirla. Y lo hace repitiéndolo visualmente, con la banda sonora, en los diálogos y, por supuesto, en el título.
Pese a ser un filme sobre un “don nadie”, cuyo interés persiste justamente en la historia que precede a la mediocridad aparente de Hutch Mansell y que es la responsable de sus sorprendentes habilidades para la violencia, la cinta es sumamente narcisista y, como dije, lo deja muy claro tras mascar incansablemente el concepto de “nadie”. Lo que equivaldría a presumir y regodearse de ser muy humilde.
Así es Hutch Mansell: un introvertido y taciturno hombre, que parece atravesar momentos de desasosiego en su vida, pero de los que sólo vemos su, evidente, autosabotaje para volver a la vida de la cual quiso retirarse.
La familia de Mansell es plana y apenas perceptible -por no decir irrelevante-. Es precisamente todo aquello que hace Mansell como un aparente mediocre lo que peor acabado posee -como su trabajo, su familia y sus actividades personales-; cuya presencia es más un requisito forzoso que una decisión deliberada.
Los diálogos son tan malos que son un impedimento para la acción, la entorpece y obstaculiza. Confabulados con lo tosco para evitar la perpetuidad del espectáculo fílmico –su único interés-. El personaje (y sus diálogos) de Derek Kolstad (escritor del filme y quién también trabajo en las tres entregas de John Wick) son tan insulsos que debe ser uno de los pocos asesinos de los que nadie quiere oír su historia.
Es Nobody una calca de John Wick. Una reproducción serial e industrial de aquello que volvió interesante, y comercial, a la saga del ex sicario. Para la cual la historia y los personajes son secundarios, no muy elaborados; pero es la acción, esa acción con coreografías fluidas y planos limpios que es casi un delicatesen visual, la que realmente se roba la pantalla y al espectador. Pues es Chad Stahelski (director de la saga John Wick) quien, con su experiencia y conocimiento en la materia, logra impregnar en sus obras su elegante forma de concebir la acción.
Así pues, Nobody termina siendo, efectivamente, una película sobre Nadie, una película de Nada, un retrato de la vacuidad cinematográfica y creativa. Una película que probablemente sólo será recordada gracias a ser un reflejo de la cinta de Stahelski. Un reflejo exagerado y desproporcionado, como el de un espejo deformante.