Hace un tiempo empecé a ver la tercera temporada de Sleepy Hollow y la verdad es que no pude seguir viéndola. Bueno, poder pude, pero no quise. De hecho me propuse escribir esta entrada pero por cosas del día a día lo dejé para después y como casi todo lo que no acabo apuntando en mi Google Calendar se me acabó pasando.
Pues bien, llegó el momento de escribir sobre mis motivos para hacer algo que detesto: dejar una serie a la mitad. Pocas veces lo hago pero como buen seriéfilo mi olfato me dice cuál es el mejor momento de dejar el campo de batalla y dedicarle el escaso y valioso tiempo que poseo a lides más interesantes.
Y con la tercera temporada de Sleepy Hollow me han saltado todas las alarmas.
Por supuesto si tu has seguido viendo la tercera temporada de Sleepy Hollow y te ha gustado, eres más que bienvenido o bienvenida a dejar tu opinión o incluso escribir un artículo propio al respecto.
Las puertas de Ocio 3.0 están abiertas para todos.
No seguiré la tercera temporada de Sleepy Hollow (aunque me encantaron las otras dos).
Como lo cortés no quita lo valiente, es de justicia reconocer que a diferencia de la tercera temporada de Sleepy Hollow, las dos primeras me encantaron.
Me apetecía ver una serie de ese estilo. Ya sabes, un poco fantasía oscura, contraste de culturas, mezcla de varias historias en un tótum revolútum con personalidad propia.
Y la verdad es que ambas temporadas me pareció que estuvieron muy bien hechas. Gracias a episodios ágiles e intrigantes se repetía constantemente una máxima ineludible de toda buena serie que se precie de serlo: el que ansíes ver el siguiente episodio.
No quiero que este artículo te lleve a engaños, si no has visto la primera ni la segunda temporada de Sleepy Hollow, te animo a que las empieces. Ambas forman un todo de lo más divertido e interesante y sin duda será una buena elección (si te gusta el género, claro…)
Pero el último episodio de la segunda temporada cierra un círculo que hubiera debido quedarse ahí. Pero se cometió el mismo error que los yankees cometen una y otra vez.
Los americanos no saben cuando parar.
Que quede claro que solo he visto el primer episodio y parte del segundo de la tercera temporada de Sleepy Hollow, así que no es que no estoy diciendo que sea una mala temporada. Quizás sea genial y estoy perdiéndome una obra de arte (si así es te agradecería que dejaras un comentario).
Lo único que digo es que la trama principal sobre la que giran la historia acaba y en la tercera empieza otra que es más de lo mismo. Un poco rollo Embrujadas o Supernatural, que se enzarzan en el mismo rollo y al final acaban haciendo 200 temporadas dándole vueltas a lo mismo simplemente cambiando algunos matices.
Si hay algo que me gusta de los ingleses es que saben cuando poner el punto y final.
En realidad no es muy complicado. Simplemente hace falta regirse por el guión inicial y aislarse de los posibles datos de audiencia y réditos económicos.
Yo creo que radica ahí la diferencia.
Mientras que para los ingleses una película o una serie es un producto cultural, para los americanos es una inversión económica. Evidentemente son las dos cosas. Pero para cada uno pesa más lo que pesa.
Pues eso, que hasta aquí puedo leer.
Yo me bajo del burro y a no ser que escuche excelentes críticas al respecto no pienso volver a tomar el tren de la tercera temporada de Sleepy Hollow.
Por suerte hay muchas más opciones que tiempo tengo. Así que hay que priorizar.
Un saludo y gracias por leer.