
En un futuro decadente la humanidad se está quedando sin oxígeno y la única forma de obtener más es buscarlo en el océano y filtrarlo con las branquias de una raza subacuática parecida a los tritones o sirenas muy difícil de hallar.
Será una de esas criaturas (Adam), la que protagonizará este cortometraje a caballo entre la Ciencia Ficción y el Romanticismo, junto con la última limpiadora de los laboratorios humanos (Julliet).
Ni del todo negro, ni del todo blanco.
En un primer momento me gustó mucho este corto, aunque cuanto más pienso en él menos lo hace.
Me gusta mucho su fotografía impecable. Unos decorados muy currados te sumergen inmediatamente en la historia. Y por supuesto el tritón también está muy conseguido.
Julliet y el resto también lo hacen muy bien.
El problema de este corto para mí es que no lo entiendo.
Por un lado no me parece factible ningún escenario en el que la humanidad necesite sacar el oxígeno de los mares, pero si así fuese con la tecnología de hoy en día ya existen formas de hacerlo. Lo de buscar las agallas de un ser acuático para tal fin no tiene demasiado sentido por muy super tritón que se sea.
Por otro está la pseudohistoria de amor. Que quiera salvar al sireno vale, pero que se suicide por hacerlo tampoco lo veo. Obviando que el amor entre especies es de pecado para arriba. Lo cierto es que me parece demasiado exagerado.
Entiendo que ese mundo debe ser una mierda, pero morir ahogado es una de las peores muertes y de hecho es imposible hacerlo. Se quita el oxígeno a lo tonto y bueno, lo mismo le da oxígeno el maromo de mar con un beso o algo así, pero si tiene pensado vivir «bajo del mar» lo va a pasar fatal.
Por cierto, los humanos al tirarnos al aguas no nos hundimos a plomo.
En fin, que sensación agridulce aunque merece la pena verlo.