El comer palomitas de maíz en el cine es una de las costumbres más arraigadas mundialmente, pero no siempre fue una tradición como lo es ahora.
Hubo un tiempo en que comer palomitas en el cine era todo una novedad.
¿Quieres saber la razón de ello? Pues sigue leyendo y descubre:
¿Por qué comemos palomitas en el cine?
Aunque ahora nos parezca mentira, las palomitas del maíz no siempre fueron bienvenidas en las salas de cine.
Muy al contrario.
Si nos remontamos a los orígenes del séptimo arte encontraremos que los propietarios prácticamente vetaban a las palomitas en el cine.
¿Tiene sentido?
Pues si que lo tiene. Y mucho…
Para encontrarlo hay que ponerse en situación:
Estamos en Estados Unidos a principios del siglo XIX cuando llega una maquina inventada por dos hermanos franceses llamados Lumiere que es capaz de proyectar imágenes en movimiento sobre un lienzo blanco.
Increíble. Pero cierto.
¿Y a qué es a lo que más se parece el hecho en si?
Pues al teatro.
Elemental querido Watson.
¿Y donde se las obras de teatro?
¡Voila!, pues si, en unas lujosas, lustrosas y elegantemente enmoquetadas salas de teatro.
Tiene sentido que los dueños de esas salas se negaran a que se les estropeara el negocio, ¿no?
Pues así fue durante años. O por lo menos mientras el cine era propio de la clase bien.
Pero el séptimo arte estaba llamado a ser un entretenimiento de muchos más que de la clase privilegiada.
Estaba llamado a ser un entretenimiento para todos.
Y los liberales americanos no iban la perder la oportunidad de rentabilizar la venta a una clase obrera que cada vez llenaban más sus establecimientos.
Of course not.
Y así fue que se empezó a introducir el consumo de palomitas en el cine.
Sin embargo su consumo todavía era minoritario a principios del XIX. Entonces:
¿Cuándo fue el gran boom del consumo de palomitas en el cine?
Pues seguimos con los acontecimientos.
Llega el principio del SXX y con ellos la Primera Guerra Mundial. ¿Y con ella?
Miseria.
Pues si, la empobrecida clase trabajadora que por aquel entonces ya empezaba a abarrotar las salas de cine poco más podían consumir que el snack más barato de todos:
Maiz. Sin más. Maiz explotado.
Pero resulta que en Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial le sigue la Gran Depresión. ¿Y con la Gran Depresión?
Más miseria.
Lo que en términos de comercio significa más maíz.
Así que las palomitas en el cine iban poco a poco afianzando su matrimonio indisoluble
¿Y fue lo que terminó por afianzar el consumo de palomitas en el cine?
Seguimos con la historia.
¿A la Gran Depresion qué le sigue? Pues la Segunda Guerra Mundial ¿Y con la Segunda guerra mundial?
Adivina, adivinanza…
Todavía más miseria. Sin más. Cruel y dura.
Y así tenemos el último empujón que terminaría por convertir las palomitas y el cine en un todo indisoluble.
Tras casi treinta años de calamidades, los americanos estaban tan acostumbrados a comer palomitas en el cine que cuando llegaron las nuevas épocas de bonanza ya no quisieron abandonar su nueva tradición.
Y así hasta nuestros días, en los que las palomitas de maíz se comen en las salas de cine globalmente.
A precios desorbitados si se me permite en el inciso.
Y parece que a la tradición le queda muchos mas pop que dar.
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